jueves, 7 de julio de 2011

Dolor que aterra

Allí estaba él, inmerso en la incertidumbre de no saber qué decisión tomar. Se encontraba tumbado en la cama, en pleno verano, con unas ligeras bermudas que le liberaban del fatigante calor que emanaba por aquel tiempo. Cuando de repente un suspiro salió de su interior. Quizás amor, quizás dolor, quizás arrepentimiento. No sabía qué hacer. El corazón le ganaba el pulso a la razón.
Fue su figura, su increíble melena jugando con el viento, su tímido e intenso mirar; pero sin duda alguna, su sonrisa.
Dicen que estar enamorado es como vivir en una nube, vivir fuera de sí mismo, no tocar tierra, estar siempre flotando hasta que por desgracia chocas y te caes. El dolor es doblemente mayor.
Pasaban los días y cada vez apreciaba más que algo fallaba. Un intenso anhelo que no se saciaba. Empezó a comprender que lo que le alimentaba era ella, lo que un día perdió.
Recordaba pues, sus caricias, su ardiente cruce de miradas, la tentación que su cuerpo le provocaba y que en un inigualable roce se transformaba. Se fundían, de dos pasaban a formar un solo cuerpo.
Fue ahí cuando comprendió que solo apreciamos lo que tenemos cuando lo perdemos y que la vida no se basa en el futuro, sino en el día a día en todas las decisiones que por muy dolorosas que puedan llegar a ser transforman lo que llamamos nuestra vida.
Los lazos que los mantenían unidos se rompieron, no daban más de sí, y poco tiempo después ella encontró otro lazo con el que enlazarse fuertemente. Tiempo, mucho tiempo el que él desaprovechó. Tiempo que desembocó en cambios. Tiempo que ahora el desearía recuperar para ser esta vez capaz de decir a tiempo, te necesito.
Pero ya es tarde, demasiado tarde. Este amor tan sublime ahora nada entre el pesar de aquel que quiso pero le faltó el valor de arriesgar por aquello, que sin darse cuenta, era su vida, la que le daba forma, la que le hacía tomar decisiones, transformarla y llevarla a otra dimensión donde el amor ganaba siempre la partida.
De todo esto aprendió que lo bello del amor, es que no existe el tiempo, el reloj se para y descubres que ni el pasado ni el futuro importa, eres feliz en ese momento y desearías que jamás terminara. Es increíble. Además, interiorizó que es mejor arrepentirse de lo que haces que de lo que dejas por hacer.
LPH

No hay comentarios:

Publicar un comentario